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sábado, 27 de diciembre de 2014

caps Memoria y Neurociencias. Tesis Vivina Perla Salvetti

Hola amigos. En esta ocasión paso a compartir con ustedes los capítulos de mi tesis que introducen la rewflexión sobre cómo los datos duros provenientes de los aportes del neurofisiólogo Antonio Damasio permiten entender el modo en que nos adapatamos como humanos en los grupos sociales.





A.  La Memoria y los procesos sociales de construcción de la realidad  
                                   
B.  Aportes de la Fenomenología de la Percepción                                             
B.1   Construcción intersubjetiva de sentido                                              
B.2   Existo, luego pienso                                                                                       

C.  Neurociencias,  Memoria y emociones                                                             
C.1    Conceptos elementales                                                                                                   
C.2    Cambridge, memorias de una tradición                                                                
C.3    El Error de Descartes                                                                                    
C.4    Mente humana, demasiado humana                                                                               
C.5    En el principio fue la imagen                                                                                          
 C.6    Imágenes ancladas en el cuerpo ¿Emoción o sentimiento?                                 
    C.7.1   Marcador Somático- Percepción cognitiva de  emociones                               
    C.7.2   Marcador Somático adquirido en la socialización   temprana                                                       
    C.7.3   Marcador Somático y representación de categorías                                        
              Respuesta a interrogantes de la Antropología clásica



A. La Memoria y los procesos sociales de construcción de la realidad
                     
El carácter socialmente construido de la realidad, uno de los supuestos de esta propuesta para Tesis, ha formado parte constante del material estudiado en la carrera de ciencias antropológicas a lo largo de estos años.
Algunos de los textos clásicos que abordan la temática, lo hacen a partir de una propuesta de tipo fenomenológica. Es el caso de A. Schutz, en El Problema de la Realidad Social, donde desde las primeras páginas, este autor de principios del siglo XX afirma:
“Todo muestro conocimiento del mundo supone construcciones, es decir, conjuntos de abstracciones… …en términos estrictos, los hechos puros y simples no existen” (Schutz 1974:36)
Sin embargo Schutz distingue las construcciones del sentido común de las construcciones usadas por el especialista en ciencias sociales, a las que denomina “de segundo grado”:
“Los hechos y sucesos y datos que aborda el especialista en Ciencias Sociales tienen un sentido particular… han preseleccionado  este mundo mediante una serie de construcciones… de segundo grado. O sea, construcciones de construcciones hechas por los actores de la sociedad misma” (Schutz  1974:37)
En términos generales, a este autor le interesa el modo en que el individuo (ya fuera el hombre común por un lado como el científico por otro) construye su realidad, donde parece partir del supuesto de un mundo que existe previo al individuo. Por otra parte, el lugar de los afectos y las emociones que Schutz otorga en la elaboración de esas “construcciones”, es mínimo.
Posteriormente, encontramos autores que llevan la postura constructivista de la realidad a un extremo denominado constructivismo radical, como es el caso del texto compilado por P. Watzlawick, La Realidad Inventada:
“El mundo que experimentamos lo construimos automáticamente nosotros mismos, porque no reparamos –y ciertamente no sabemos- en cómo realizamos ese acto de construcción” (Watzlawick 1990:20)
Pero si para algunos “no sabemos cómo construimos el mundo” hubo otros que retomaron las palabras de Schutz y centraron su análisis en la fenomenología de la vida cotidiana. Es el caso de los sociólogos P. Berger y T. Luckmann en La Construcción Social de la Realidad:
“La vida cotidiana se presenta como una realidad interpretada por los hombres y que para ellos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente…  … como sociólogos… cabe tomar esta realidad como dada” (Berger y Luckmann 1995:36)
Estos autores entonces también parten para su análisis de una realidad como dada, aunque reconozcan su carácter de construcción. Y construcción recíproca, además.
Por ejemplo, cuando describen los procesos de interacción cotidiana, donde surgen situaciones que denominan “cara a cara” mencionan pautas que se establecen “en el transcurso de la interacción” a las que denominan  “esquemas tipificadores”:
“La realidad de la vida cotidiana contiene esquemas tipificadores en cuyos términos los otros son aprehendidos y tratados en encuentros cara a cara…  … Estos esquemas tipificadores son recíprocos” (Berger y Luckmann 1995:48)
Entre otros aspectos que quisiera llamar la atención sobre estos autores, además de sus conceptos novedosos para dar cuenta de cómo la realidad social es construida dinámicamente, de modo recíproco y tomando en cuenta el entorno, se halla su mención del lugar que les otorgan a las emociones:
(Por ejemplo) la actitud subjetiva de la ira se expresa directamente en la situación “cara a cara” mediante una variedad de índices corporales… el aspecto facial, la posición general del cuerpo, ciertos movimientos específicos (como puede ser cerrar el puño al mismo tiempo que se lo mueve…)…constituyen índices que dan acceso  ( y por lo tanto permiten interpretar) la subjetividad ajena”(Berger y Luckmann 1995:53)
Sin embargo estos autores, expresando su continuidad con una larga tradición filosófica, se limitan a relacionar las emociones pasionales en general con las expresiones corporales correspondientes, donde  la razón no tiene cabida, algo que la neurociencia experimental más reciente se atreve a discutir, como veremos más adelante.

B. Aportes de la fenomenología de la Percepción
B.1        Construcción intersubjetiva de sentido
Merleau-Ponty, en las primeras páginas de su “Fenomenología de la Percepción” expresa con palabras sencillas una de las frases que más bellamente describe nuestra relación con el mundo que nos rodea:
“En el mundo estamos condenados al sentido... a un sentido que se transparenta en la intersección de mis experiencias  y en la intersección de mis experiencias con las del otro  (Merleau-Ponty 1945:19)
Sencillamente, si estamos condenados al sentido, no podemos no sentir.  Además sentimos  (y conocemos) con el otro.[1]
Este autor, mediante la presentación de distintos argumentos, cuestiona el carácter estático de las percepciones. Los objetos permiten ser abordados de diferentes ángulos, permiten que cambie de lo que conocemos sobre ellos. El espacio es dinámico y nuestro cuerpo percibe y maneja las distancias. El ojo puede ser engañado, tiene que comparar los datos obtenidos con los del resto de los sentidos…

B.2     Existo, luego pienso
En Merleau-Ponty encontramos conclusiones que apelan no solo a la fenomenología (abordaje que por provenir de la filosofía tiene carácter especulativo), sino a los aportes que la psicología de la Gestalt [2] presentó en su día, además de los conocimientos de las funciones psíquicas realizados hasta allí.
Su propuesta exigía la revisión de algunos conceptos clásicos, aunque como discutiré después, este autor también estuvo constreñido por antiguos y muy arraigados presupuestos y tradiciones.
El punto que personalmente me interesa resaltar y que resulta relevante para no apartarnos del hilo de este trabajo, es que este autor propone que no conocemos a través de la mente, sino del cuerpo, mediante algo que permite definirse como “percepción activa”.
Esta percepción corporal no se limita a las funciones de los sentidos, sino que, y de manera novedosa, incorpora cómo desde  el cuerpo se perciben las categorías kantianas de tiempo y el espacio.[3]
El cuerpo es, para Merleau-Ponty, constituyente tanto de la apertura perceptiva así como de la creación de este mundo, de un mundo que no distingue entre el sujeto que conoce y el objeto conocido (otro cuestionamiento a Kant y a la tradición alemana)
Sin embargo, tal como fue previamente anticipado, con todo lo valiosas que resultan sus contribuciones, este autor se encontraba constreñido por una construcción teórica  dominante que obtuvo su formulación con Descartes, varios siglos antes, y que se halla imbricada en la tradición académica francesa.
Todos sus argumentos filosóficos, orientados a señalar la primacía de las percepciones del cuerpo en el modo en que conocemos el mundo, son seguidos de argumentos del modo en que se produce una suerte de “pasaje reflexivo” entre las percepciones corporales y el modo en que la conciencia del yo aborda estas percepciones.
Es decir, Merleau-Ponty sigue distinguiendo una mente apartada del cuerpo propia del dualismo cartesiano, aunque invierta el orden del “pienso, luego existo”  por su propuesta “existo, luego pienso”.
Será esta construcción social (de “segundo grado”) aquella que las neurociencias en general y la fisiología experimental de Antonio Damasio en particular se verá obligada a cuestionar, cuando sus investigaciones le permitan introducir el concepto de percepción emocional en todo  proceso cognitivo exitoso.


C. Neurociencias,  Memoria y emociones
C.1     Conceptos elementales
Las neurociencias pueden definirse como aquellas “que intentan proporcionar una explicación científica de cómo el cerebro lleva a cabo funciones mentales complejas, como  la memoria” (Parkins 1999:3)
Las neurociencias estudian los problemas relacionados con procesos mentales, entre los que se hallan principalmente la atención, la percepción y la memoria individual.
Otros señalan que las neurociencias  estudian “aquellos procesos mentales que posibilitan nuestro diario desenvolvimiento en el reconocimiento de objetos familiares, personas conocidas y el manejo del mundo que nos rodea” (Manning, 1992:73)
Por otra parte, estudios experimentales recientemente realizados en la Universidad de Buenos Aires [1] han comprobado que en la selección de los recuerdos intervienen de manera definitoria neurotransmisores específicos vinculados con las emociones. (Ilustr.1)

Podemos afirmar entonces que los procesos de memoria abordados por las neurociencias, estudian la interacción y retroalimentación de los procesos de percepción, atención y memoria de cada individuo, así como la manera en que estos procesos intervienen en el manejo adaptativo del entorno, fenómenos  también abordados por la antropología, pero orientado desde los grupos humanos (Batra 2007 ver tambiénVigotsk1931,1934 y 1970[2])



 C.2    Cambridge, memorias de una tradición          
Sin embargo, este interés de abordar los fenómenos de la Memoria como tal se remonta a varios siglos atrás, ya que las elaboraciones cartesianas merecen contextualizarse con las agudas reflexiones sobre la memoria que se dieron inicio  en Cambridge, Inglaterra.
La historia registra los estudios de  Francis Bacon, alguien considerado clave en el desarrollo  del empirismo como método científico, y precursor de las ideas elaboradas  posteriormente por  John Locke y David Hume.
Tal como se acostumbraba, ingresó durante su adolescencia al Trinity College de Cambridge, y sus estudios le permitieron elaborar lo que hoy denominaríamos una propuesta metodológica. Percibió que eliminando toda noción preconcebida del mundo, se puede y debe estudiar al hombre y su entorno mediante observaciones detalladas y controladas que merecen validarse por la experiencia.
A partir de sus reflexiones, Bacon sometió a revisión todas las ramas del saber humano aceptadas en su tiempo, clasificándolas de acuerdo con las facultades de la mente a la que pertenecían: memoria, razón o imaginación.
Varios siglos después, también en Cambridge, lo que sugiere una continuidad en la tradición que inició Bacon siglos antes, no solo se llevaría a cabo  en 1888 la Expedición antropológica al Estrecho de Torres, sino que se permitiría probar experimentalmente lo que hoy denominamos “procesos dinámicos” de memoria a partir de los datos  obtenidos por los antropólogos que participaron en dicha expedición. [3]
Sostenida por esta tradición de Cambridge, sobre los años 30 del siglo XX,  y a cargo del psicólogo experimental  Frederik Barlett se llevaron a cabo investigaciones sobre el  carácter de la Memoria, impulsadas por los resultados obtenidos en la expedición al Estrecho de Torres realizada en 1888 por el antropólogo H.R.Rivers.
Barlett,  quien se dedicó a estudiar la memoria como construcción subjetiva, demostró que el recuerdo se ve afectado por las experiencias vividas, donde el pasado incide de manera significativa en los procesos perceptivos, y es lo que hace posible que una persona reconozca una situación y actúe de una manera que resulte adecuada a ésta.[4] Advirtió así que las experiencias no operan como elementos aislados, sino como una totalidad organizada, con un patrón de actividad dinámica, que denominó Esquemas. (Rosa y Bresco, 2005)
Según lo propone  Barlett,  en su texto “Remembering” del año 1932, hay que deshacerse de la idea de que la memoria es literalmente reduplicativa [5].De hecho construimos cada vez de nuevo, conforme a las necesidades del momento,  conforme a  un “Esquema Mental” que consiste en sesgos, racionalizaciones, y cambios que tienen tanto origen personal como social (Barlett 1995:199)
Este abordaje inicial sobre procesos de memoria en el marco de la psicología experimental derivó por un lado en los modelos formales vinculados con la psicología  de las ciencias cognitivas, así como en los abordajes de las neurociencias, de tono experimental.

 C.3     El Error de Descartes
Incorporar la percepción de las emociones como factor necesario en todo proceso cognitivo exitoso [6] requiere de su adecuada justificación a partir de los resultados obtenidos por el neurofisiólogo portugués Antonio Damasio.
En su obra de divulgación  El Error de Descartes. La razón de las Emociones (publicada en 1994), discute aquel supuesto de la filosofía clásica que sostiene que  actos humanos como razonar y decidir derivan su eficiencia de una capacidad deductiva y matemática que deja fuera toda emoción.  Por el contrario, sus investigaciones le permitieron demostrar experimentalmente [7] que una postura racionalista que deja fuera las pasiones se halla vinculada a individuos con desastrosos derroteros de fracaso.
Su teoría se inscribe dentro de un paradigma monista y evolutivo, que sitúa en las redes neuronales la ontología de la mente y el comportamiento humano (Martinez y Vasco, 2011)
Según Javier Monserrat (2005) a través de sus trabajos, Damasio:
 “Ha explorado brillantemente las estructuras y sistemas neuronales que permiten a los organismos la sensación de sí mismos así como de la producción consecuente de estados  emocionales primigenios…  …Autores como Daniel Goleman han contribuido a la divulgación del concepto de Inteligencia Emocional  cuyo origen hay que buscarlo en las aportaciones científicas de Damasio” [8] (Monserrat 2005:2, el resaltado es mío)
Desviándose de la corriente cognitiva tradicional que aborda los procesos mentales en sentido abstracto,  Damasio  ha orientado su trabajo  en la interacción de las emociones con el resto de las estructuras corticales del cerebro:
“Parece insensato excluir del concepto global de mente a las emociones y sentimientos…
 Los sentimientos son tan cognitivos como cualquier otra imagen perceptual, y dependen, como cualquier otra imagen, del procesamiento cerebro-cortical (en su conjunto)” (Damasio 1999: 184)
      
C.4     Mente humana, demasiado humana
Damasio ha desarrollado una compleja teoría emergentista de la mente [9]  cuyas operaciones fisiológicas están lejos de emanar con exclusividad de la actividad neuronal, como sostiene la neurología tradicional.
Su Teoría, de neto corte evolutivo y constructivista, le otorga una atención especial al momento disruptivo en que el individuo toma conciencia de sí mismo al adquirir la facultad de evocar voluntariamente imágenes del pasado,[10] separándose así del resto de los organismos con cerebro.
La postura de Damasio está por lo tanto anclada en los siguientes postulados:
1)      El cerebro humano y el resto del cuerpo constituyen un organismo indisociable, un todo integrado mediante circuitos regulatorios, neurales y bioquímicos, mutuamente interactivos
2)      El organismo así entendido interactúa en y con el entorno como un Todo
3)      Las operaciones fisiológicas que llamamos mente no emanan solo del cerebro   sino del conjunto estructural y funcional, que interactúa con un medio

C.5    En el principio fue la Imagen
Damasio distingue evolutivamente entre organismos  con cerebro y  organismos con mente, donde la diferencia fundamental radica en el carácter de las Imágenes percibidas.
Todos los organismos con cerebro son capaces de percibir imágenes visuales, auditivas y olfativas como respuesta al entorno, donde la conducta adaptativa resulta del registro corporal  de  esas imágenes para seleccionar la conducta motora y es lo que condiciona la conducta.
En cambio (y éste es uno de los aspectos más novedosos de la Teoría de Damasio) el origen de la Mente se halla vinculado con un “darse cuenta” de la propia capacidad individual de desplegar, recordar y organizar las imágenes internas  definiendo la especificidad humana.
“Mi posición entonces es que un organismo provisto con mente forma representaciones neuronales que pueden transformarse en imágenes, manipularlas (y organizarlas) en un proceso llamado pensamiento y finalmente influir en la conducta… imágenes que cada uno experimenta como propias.” (Damasio 1999: 110)
Las imágenes perceptuales (visuales, auditivas, olfativas y otras) permiten clasificarse en:
·         Inmediatas (del tiempo presente) característica de todo organismo con Cerebro
·         Diferidas (evocadas o imaginadas) exclusivas  de  organismo con Mente
Todas resultan  “construcciones del cerebro de nuestro organismo” (Damasio 1999:118)
Son reales para nosotros y están organizadas topográficamente en diferentes capas corticales.
Estas imágenes tienen carácter dinámico. No se almacenan como facsímiles de cosas, acontecimientos, palabras o frases… Tenemos evidencia directa de que cuando recordamos un objeto determinado no logramos una reproducción exacta, sino una interpretación…Como indicó el psicólogo inglés Frederik Barlett, hace décadas… la memoria es esencialmente reconstructiva” (Damasio 1999: 121)

C.6     Imágenes ancladas en el cuerpo  ¿emoción o sentimiento?
Otro de los hallazgos de las investigaciones de Damasio gira en torno a la diferencia que establece entre emoción y pensamiento. A pesar de que en el habla cotidiana solemos referirnos a ambos términos de modo indistinto, Damasio define a la emoción como un proceso primario y la distingue del sentimiento como  secundario, donde ambos se originan en diferentes regiones cerebrales. Para ello distingue:
a)      Los cambios corporales con los que el cuerpo responde automáticamente mediante alteraciones en parámetros funcionales viscerales (afectando por ejemplo al corazón o los intestinos), musculoesqueléticos  (piernas que se aflojan o se disponen a correr) y endocrino-glandulares (alterando la función de las suprarrenales o la pituitaria). Se trata de situaciones del entorno que gatillan respuestas emocionales como el miedo o el júbilo (y que corresponden en los estudios por imágenes computarizadas con áreas de cerebro vinculadas con la  amígdala y el sistema límbico) Estos aspectos son circunscriptos con el término emoción (Ver ilustr. 2)


     b)   En cambio, a aquellos cambios corporales involuntarios (similares a los que surgen con la emoción)
que sobrevienen al evocar voluntariamente ciertas imágenes (como puede ser el recuerdo de un amigo muerto, o anticipar un encuentro amoroso y  corresponden en los estudios por imágenes con las redes de la corteza prefrontal), lo denomina sentimiento.  [11] (Ver ilustración 3)


El Dr. J. Monserrat  confirma que el pasaje crucial a la toma de conciencia del “sí mismo” se produce con la inclusión del elemento temporal: “Las sensaciones de imágenes del ahora y las de las imágenes del pasado son fenomenológicamente diferentes…El recuerdo se produce porque la pauta neural de la imagen del ahora queda registrada y puede reactivarse por conexiones neurales que se disparan siempre desde la actividad del presente.” (Monserrat 2005:7)
             
C.7.1     Marcador Somático. Percepción cognitiva de las emociones
Una vez demostrada la noción  de sustrato de imágenes y colección de representaciones organizadas en distintas capas corticales, Damasio presenta su concepto de marcador somático para fundamentar que en toda decisión exitosa está involucrada la memoria de las experiencias vividas:
“Imagina que pasa algo antes de razonar hacia la solución de un problema… Cada vez que se te ocurre tan solo la posibilidad de tomar una mala decisión, aunque sea  fugazmente, tienes un sentimiento visceral displacentero.… Funciona como una señal de alarma automática… Los marcadores somáticos son un caso especial de sentimientos generados a partir de emociones secundarias. Emociones y sentimientos se han conectado mediante el aprendizaje a futuros resultados, previsibles en ciertos escenarios.” (Damasio 1999:199)
Damasio procede a distinguir entre marcadores negativos (que producen malestar) y los positivos  (imágenes que provocan sensaciones físicas de júbilo,  alegría o sosiego, cuando imaginamos un escenario posible):
“Cuando un marcador somático negativo se yuxtapone a un resultado futuro posible, la combinación funciona como una señal de alarma.
“A la inversa, cuando la yuxtaposición se refiere a un marcador positivo, la señal se transforma en un elemento incentivador.” (Damasio 1999:200)
El concepto de marcador somático positivo le permite a Damasio dar cuenta que los fenómenos conocidos como “fuerza de voluntad” no serían otra cosa que la disposición a postergar la gratificación momentánea para obtener algún beneficio futuro: [12]
De esta manera, los datos obtenidos como resultado de largos años de investigación clínica y  su correspondencia con diagnóstico por imágenes, le permiten a Damasio concluir que el concepto de marcador somático, da cuenta de un  proceso cognitivo secundario de las emociones, otorgándole así un status cognitivo a la percepción de las mismas.
Este concepto de marcador somático le permite asimismo dar cuenta de conductas que tradicionalmente han sido abordadas sin tomar en cuenta lo emocional, como ha sido el caso de conductas anticipatorias de previsión, o conductas morales como la fuerza de voluntad.

C.7.2     Marcador Somático  adquirido durante la socialización temprana
Los datos presentados por Damasio revelan que los marcadores somáticos se adquieren durante la infancia y la adolescencia, cuando el influjo de las preferencias del grupo primario, sus convenciones y normas establecidas, están fuertemente condicionadas por las marcas emocionales que resultan de la experiencia local, de las que el marcador somático se presenta como un excelente operador teórico (Damasio 1999: 203, 205) 
C.7.3     Marcador Somático  y  representación de categorías
               Respuesta a interrogantes de la Antropología Clásica
Otro aspecto sobre el que arrojan luz las investigaciones de Damasio, y que responde a un tema recurrente de la antropología clásica está referido a los vínculos entre la localización prefrontal  del marcador somático y la representación de categorías.
Las mismas emociones de carácter secundario que se asocian como un marcador somático, también resultan decisivas en el proceso de categorización, donde la corteza prefrontal funciona como zona de convergencia:

 “Como lo demostró el neuroanatomista Walli Naura, las capas corticales prefrontales envían señales… y pueden promover repuestas químicas relacionadas con la emoción en el hipotálamo… Las investigaciones en mi laboratorio sugieren que… estructuras prefrontales son… decisivas para el proceso de categorización.” (Damasio 1999:208, 210)
Esta evidencia experimental que vincula las emociones con los procesos de categorización, responde una inquietud que tanto Durkheim como Mauss relevaron como resultado de su estudio comparativo de  modos de clasificación primitivo:
Ignoramos todavía cuáles son las fuerzas que han inducido a los hombres a repartir las cosas entre estas clases…. A priori, es posible que ciertos móviles de un orden bastante diferente hayan determinado el modo de aproximar estos seres… de distinguirlos y oponerlos….. (Sin embargo) acabamos de ver… que los mismos sentimientos que se hallan en la base de la organización doméstica, social, etc. también han presidido esta organización lógica de las cosas.
Es posible clasificar algo distinto  que conceptos y a través de procedimientos diferentes que los de seguir las leyes (lógicas)[13] del puro entendimiento.
“Para que determinadas nociones puedan disponerse sistemáticamente por razones de sentimiento, es preciso que… ellas mismas sean producto del sentimiento.
“Y es precisamente este valor emocional… el que sirve de carácter dominante en la clasificación.” (Durkheim y Mauss 1971:70 y 71, el resaltado es mío- Ver Fotografía 4))

 El párrafo citado permite imaginar prospectivamente que quizás a  estos autores les hubiera complacido disponer de las herramientas que proporcionan las neurociencias.
 La respuesta que brinda el conocimiento de un marcador somático cuyas señales emocionales  convergen con las categorizaciones propias de la corteza prefrontal puede resultar fructífera en la investigación antropológica.
Se trata de conceptos teóricos que permiten la incorporación válida de las emociones y sentimientos como el factor diferencial que contribuye a cambios observables en el mapa cognitivo, como  analizaré más adelante.

Pero previamente, es necesario abordar en qué consisten los modelos sistémicos en tanto aquellos que permiten la articulación de elementos de distinto nivel de tipificación, y cuáles  son las ideas centrales  de Bateson que servirán para el análisis del material seleccionado.
Por tales motivos, se hace necesario iniciar el recorrido justificando la elección del modelo sistémico,  comenzando con responder  pregunta del siguiente capítulo.




[1] Se trata de investigaciones iniciadas en el departamento de Fisiología dependiente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires realizados en cooperación con científicos brasileños.
Los resultados fueron publicados en 2009 por la revista Science, perteneciente a la Asociación Americana para el avance de la Ciencia.
Dichos estudios revelan que la dopamina (un neurotransmisor) actúa sobre una pequeña región central del cerebro conocida como hipotálamo, donde presenta un papel decisivo en activar o bloquear la memoria reciente. (Zibell 2009, ver también Dalgleish y Power 2000, Kendel 2005 y Bontempi 2007)

[2] El antropólogo Roger Batra propone que requerimos del grupo social como un “cuarto cerebro” para constituirnos como humanos. Leo Vigotsky por su parte, incorpora al lenguaje, la escritura, el cálculo o el arte, como construcciones sociales que mediatizan entre las imágenes propias (o pensamiento) y el mundo que nos rodea, en tanto instrumentos que permiten la adecuación de la conducta humana al entorno, conceptos que merecen un tratamiento más exhaustivo.
[3] G.Bateson, biólogo también graduado en Cambridge, fue introducido en la Antropología por A. Haddon.
[4] Este aspecto anticipado por Barlett, que involucra cómo son recordadas las experiencias vividas constituyen  uno de los ejes de esta Tesis .
[5] Este aspecto reconstructivo de la memoria será retomado por el neurofisiólogo Antonio Damasio
[6] Vale recordar que la hipótesis de investigación  que guía este trabajo sostiene que la puesta en común de las emociones vinculadas a un espacio constituyen el factor determinante para propiciar cambios en el mapa cognitivo del grupo bajo análisis.
[7] Para fundamentar su postura se vale tanto de registros provenientes de la historia de la medicina, como de las conclusiones derivadas de sus años de investigación  clínica y estudio de diagnóstico por imágenes.
[8] Goleman fue conocido en nuestras latitudes durante los noventa gracias al respaldo editorial que recibió. Aunque en su primer libro (Goleman 1996: 16 y 17)) argumenta que la importancia de proporcionar inteligencia a la emoción se debe a que existen cada vez más pruebas de que las posturas éticas fundamentales surgen de capacidades emocionales subyacentes, no solo no reconoce su deuda con Damasio,  sino que en su siguiente libro (Goleman 1997) el concepto pronto devino en “coeficiente emocional”, con todo su tufillo determinista (ver Kaplan 1992)
[9] Teoría cuya presentación completa desviaría el objeto de esta Tesis.
[10] Estas “imágenes”  guardan relación con el Pensamiento tal  como fuera definido por Vigotsky  (1934) quien insistía también en las diferencias genéticas entre el origen del pensamiento y del  lenguaje.
[11] Damasio refiere que en pacientes con daño prefrontal se hallan deteriorado los procesos secundarios, aunque respondan ante una situación de estrés con una emoción primaria. En cambio, pacientes con daño en la amígdala, sufren incapacidad para expresar emociones de forma tanto primaria como secundaria.
[12] Damasio tuvo largas oportunidades de observar los cambios que se producían en individuos  que padecieron de daño prefrontal, ya fuera por un tumor o algún accidente: muchos de ellos, que llevaban hasta allí una vida de familia y de trabajo estable, comenzaron a evidenciar una conducta que no solo procuraba la gratificación momentánea, sino también sin medir las consecuencias morales de sus decisiones. Sus investigaciones  demuestran que el “motor de las acciones” que Kant  argumentó como sustento del “Imperativo Categórico” jamás puede ser exclusivamente frío, deductivo y racional, sino que depende, como condición necesaria de los procesos secundarios de percepción cognitiva de las emociones (Chust 2009 y 2011)
[13] Como sabemos, el clima intelectual de la época bullía tratando de dar cuenta de las particularidades  de la “lógica racional” o falta de ella de los pueblos nativos.


















[1] Como veremos más adelante, los sentidos primarios, así como las emociones, son fundamentales en nuestra conocimiento del entorno, algo que cuestiona el supuesto filosófico “Pienso, luego existo”
[2] G.Bateson reconoció públicamente su deuda intelectual con Kurt Lewin como punto de partida para su propuesta epistemológica de “niveles de aprendizaje” (ver más adelante) Además Bateson posteriormente desarrolla el fenómeno de las percepciones visuales en su libro Espíritu y Naturaleza.
[3] Aunque la filosofía de Merleau-Ponty merecería un desarrollo más pormenorizado, constituiría un desvío de la propuesta de abordar este autor como paso necesario para introducir los aportes de las Neurociencias.
[4] Se trata de investigaciones iniciadas en el departamento de Fisiología dependiente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires realizados en cooperación con científicos brasileños.
Los resultados fueron publicados en 2009 por la revista Science, perteneciente a la Asociación Americana para el avance de la Ciencia.
Dichos estudios revelan que la dopamina (un neurotransmisor) actúa sobre una pequeña región central del cerebro conocida como hipotálamo, donde presenta un papel decisivo en activar o bloquear la memoria reciente. (Zibell 2009, ver también Dalgleish y Power 2000, Kendel 2005 y Bontempi 2007)

[5] El antropólogo Roger Batra propone que requerimos del grupo social como un “cuarto cerebro” para constituirnos como humanos. Leo Vigotsky por su parte, incorpora al lenguaje, la escritura, el cálculo o el arte, como construcciones sociales que mediatizan entre las imágenes propias (o pensamiento) y el mundo que nos rodea, en tanto instrumentos que permiten la adecuación de la conducta humana al entorno, conceptos que merecen un tratamiento más exhaustivo.
[6] G.Bateson, biólogo también graduado en Cambridge, fue introducido en la Antropología por A. Haddon.
[7] Este aspecto anticipado por Barlett, que involucra cómo son recordadas las experiencias vividas constituyen  uno de los ejes de esta Tesis .
[8] Este aspecto reconstructivo de la memoria será retomado por el neurofisiólogo Antonio Damasio
[9] Vale recordar que la hipótesis de investigación  que guía este trabajo sostiene que la puesta en común de las emociones vinculadas a un espacio constituyen el factor determinante para propiciar cambios en el mapa cognitivo del grupo bajo análisis.
[10] Para fundamentar su postura se vale tanto de registros provenientes de la historia de la medicina, como de las conclusiones derivadas de sus años de investigación  clínica y estudio de diagnóstico por imágenes.
[11] Goleman fue conocido en nuestras latitudes durante los noventa gracias al respaldo editorial que recibió. Aunque en su primer libro (Goleman 1996: 16 y 17)) argumenta que la importancia de proporcionar inteligencia a la emoción se debe a que existen cada vez más pruebas de que las posturas éticas fundamentales surgen de capacidades emocionales subyacentes, no solo no reconoce su deuda con Damasio,  sino que en su siguiente libro (Goleman 1997) el concepto pronto devino en “coeficiente emocional”, con todo su tufillo determinista (ver Kaplan 1992)
[12] Teoría cuya presentación completa desviaría el objeto de esta Tesis.
[13] Estas “imágenes”  guardan relación con el Pensamiento tal  como fuera definido por Vigotsky  (1934) quien insistía también en las diferencias genéticas entre el origen del pensamiento y del  lenguaje.
[14] Damasio refiere que en pacientes con daño prefrontal se hallan deteriorado los procesos secundarios, aunque respondan ante una situación de estrés con una emoción primaria. En cambio, pacientes con daño en la amígdala, sufren incapacidad para expresar emociones de forma tanto primaria como secundaria.
[15] Damasio tuvo largas oportunidades de observar los cambios que se producían en individuos  que padecieron de daño prefrontal, ya fuera por un tumor o algún accidente: muchos de ellos, que llevaban hasta allí una vida de familia y de trabajo estable, comenzaron a evidenciar una conducta que no solo procuraba la gratificación momentánea, sino también sin medir las consecuencias morales de sus decisiones. Sus investigaciones  demuestran que el “motor de las acciones” que Kant  argumentó como sustento del “Imperativo Categórico” jamás puede ser exclusivamente frío, deductivo y racional, sino que depende, como condición necesaria de los procesos secundarios de percepción cognitiva de las emociones (Chust 2009 y 2011)
[16] Como sabemos, el clima intelectual de la época bullía tratando de dar cuenta de las particularidades  de la “lógica racional” o falta de ella de los pueblos nativos.

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