Buscar este blog

martes, 12 de enero de 2016

Abordajes poco convencionales II. Arte en las escuelas



Hola amigos. En esta entrada reúno datos ofrecidos por grupos de Neurociencias y además según mi costumbre, reformulo algunos de los conceptos.
En el artículo se ofrece el siguiente contenido:

-Necesidad de incorporar técnicas artísticas como parte integrada de la educación elemental.
-Datos objetivos sobre respuestas cognitivas diferenciadas que dependen de cada disciplina.
-Beneficios del Arte sobre la Memoria, el manejo de las Emociones, y el desarrollo de la Creatividad.
-Datos concluyentes de diferentes estudios respecto de los beneficios concretos de incorporar  Música, Artes Plásticas y Artes Escénicas.
-Ejemplos prácticos de actividades para desarrollar en clase
-Conclusiones.


Necesidad de incluir nociones de arte como parte de la enseñanza básica
Este artículo parte del supuesto que nuestro cerebro plástico necesita del arte. Ya en los primeros años y de forma espontánea el niño juega, canta, baila, dibuja y todas estas actividades son imprescindibles para su correcto desarrollo sensorial, motor, cognitivo, emocional que le van a permitir aprender a aprender. Además realizando todas estas actividades el niño se divierte, muestra orgulloso sus resultados a los demás, intenta mejorar y ésta es una forma efectiva de entrenar una de las grandes virtudes del ser humano: el autocontrol, algo anticipado por Lev Vigotsky en sus investigaciones[i].
En esta oportunidad quisiera sumarme a quienes enfatizan que tal educación artística merece incluirse en la enseñanza primaria no porque “nos hace más inteligentes” sino porque permite adquirir toda una serie de competencias y rutinas sociales que están en plena consonancia con la naturaleza gregaria del ser humano y por lo tanto resultan imprescindibles para el aprendizaje de cualquier contenido curricular.

El cerebro artístico
Los estudios de diagnóstico por imágenes (TAC, resonancia magnética y otros) arrojan datos concretos respecto de por qué las actividades artísticas son cruciales para la fluidez cognitiva.
Así, por ejemplo, se sabe que ciertas estructuras de la corteza auditiva que solo responden a tonos musicales, se debe a que cerebro y cerebelo intervienen en la coordinación de todo tipo de movimientos, como en el baile.
Las mismas neuroimágenes ofrecen indicios que en las recreaciones teatrales, regiones del cerebro especializadas en el lenguaje oral que están conectadas con el sistema límbico proporcionan el componente emocional para llevarlas a cabo exitosamente.
Con referencia a las artes plásticas, las neuroimágenes revelan que nuestro sistema de procesamiento visual puede generar imágenes reales o ficticias con la misma facilidad (Sousa, 2011).
Como podemos ver en la figura 1, cada opción artística activa diferentes regiones cerebrales.
La música se procesa en la corteza auditiva  que está en el lóbulo temporal, los movimientos vinculados con el baile activan la corteza motora, las artes plásticas se procesan principalmente en los lóbulos occipital y temporal, mientras que la poesía o la prosa implican a las áreas  de Broca y Wernicke relacionadas con el procesamiento lingüístico (Posner et al., 2008).

 ¿Por qué incluir arte en la educación elemental?
Los estudios comparativos (entre escuelas con educación artística como asignaturas aisladas comparadas con aquellas que la integran a los contenidos) han revelado que los efectos más potentes se encuentran en aquellos programas que se  integran plenamente en las asignaturas del currículo y que cuando ocurre esto se obtienen múltiples beneficios relacionados con el aprendizaje de los alumnos y su comportamiento.
Rabkin y Redmond (2004) han identificado los más significativos:
·         Mayor compromiso emocional de los alumnos en el aula.
·         Los alumnos trabajan de forma más activa y aprenden unos de otros.
·         Los grupos de aprendizaje cooperativo convierten las clases en comunidades de aprendizaje.
·         Se facilita el aprendizaje en todas las asignaturas a través de las artes.
·         Los profesores colaboran más y tienen mayores expectativas sobre sus alumnos.
·         La eficacia del currículo se vuelve más concreta al basarse en aprendizaje por proyectos.
·         La evaluación es más reflexiva y variada.
·         Las familias se involucran más.

Sin embargo y a pesar de todas las ventajas pedagógicas enumeradas, desde la perspectiva neuroeducativa interesan especialmente el desarrollo de tres áreas cognitivas: la memoria, el manejo de las emociones y el desarrollo de la creatividad.

a)     La memoria
En un estudio con alumnos de quinto grado (10-11 años) se diseñaron unidades didácticas relacionadas con materias científicas (astronomía y ecología) siguiendo dos procedimientos distintos: en uno se utilizó el enfoque tradicional (memorizar datos procedentes de un relato lineal) y en el otro se integraron diferentes técnicas vinculadas al arte.
Así, por ejemplo, en el segundo grupo los alumnos realizaban actividades con objetivos didácticos definidos tales como adaptaciones teatrales, posters de dibujo, o adaptación musical del texto. El análisis de los resultados reveló que los alumnos que participaron en la unidad didáctica en la que estaban integradas las herramientas artísticas mejoraron la llamada memoria a largo plazo, especialmente los alumnos con dificultades lectoras (Hardiman et al., 2014).

En otro estudio longitudinal de tres años de duración sobre una población de alumnos con edades entre 9 y 15 años que pertenecían a entornos socioeconómicos desfavorecidos se quiso analizar cómo afectaba al desarrollo personal la integración de diferentes programas artísticos.
En la primera parte del programa se permitió elegir a los alumnos del grupo experimental entre diferentes formas artísticas como la música, la pintura, la grabación de videos, la escritura de guiones o el  diseño de máscaras; en la segunda se profundizó más en los medios elegidos a través de un trabajo cooperativo; y en la etapa final en la que intervenían todos los alumnos se escenificó una obra de teatro y se grabó un video sobre la propia comunidad escolar.
Los tres años de aplicación del programa revelaron que los estudiantes mejoraron sus habilidades artísticas y sociales, redujeron sus problemas emocionales y, en general, desarrollaron más que el grupo de control toda una serie de competencias interpersonales como la comunicación, la cooperación o la resolución de conflictos (Wright et al., 2006).

Las artes enseñan a los niños que  los problemas reales suelen tener más de una solución posible, que es necesario analizar las tareas desde diferentes perspectivas, que la imaginación es una  poderosa guía en los procesos de resolución o que no siempre existen reglas definidas cuando tienen que tomar decisiones (Eisner, 2004).
Cuando se integran las disciplinas artísticas en las prácticas pedagógicas se promueve el pensamiento creativo y divergente en los alumnos y no solo eso, sino que también desarrollan un pensamiento más profundo.

El programa Artful Thinking  desarrollado por el  Proyecto Zero de Harvard  utilizó el poder de las imágenes visuales (ver figura 2), como las de las obras de arte, para estimular en los alumnos procesos como la curiosidad, observación, comparación o relación entre  ideas imprescindibles para el desarrollo del pensamiento creativo y del aprendizaje (Hardiman, 2012).



Beneficios comprobables de las diferentes manifestaciones artísticas
Se comparten a continuación, más datos concluyentes sobre las ventajas adaptativas concretas que ofrecen la música, las artes plásticas y las artes escénicas:

1)    Música
Muchos hemos experimentado el bienestar que nos produce escuchar música, y los datos revelan que el placer responde a que los tonos adecuados estimulan nuestro sistema de recompensa cerebral para liberar un neurotransmisor llamado dopamina y eso nos hace sentir físicamente bien.
Por lo tanto, es beneficioso desde la perspectiva emocional escuchar música, pero desde la perspectiva cognitiva es mejor practicarla. Así, por ejemplo, la activación simultánea de áreas sensoriales y motoras al tocar un instrumento musical conlleva la mejora de capacidades generales como la memoria de trabajo o la atención (Mora, 2013).
No obstante, existen muchos malentendidos al respecto, como el mito que se difundió hace años respecto que los bebés que escuchan a Mozart desarrollan más inteligencia que los que no han estado expuestos a tales acordes, y que condujo a toda una fiebre entre las embarazadas por aumentar el CI de sus nonatos.
Si bien es cierto que hay diversos estudios que sugieren que los niños que reciben educación musical obtienen mejores resultados académicos, sin embargo, la existencia de una correlación no significa que haya una causalidad. El niño puede obtener estos mejores resultados debido a otros factores relacionados, por ejemplo, con sus propias capacidades o con el entorno familiar estimulante en el que se desarrolla.
Cuando se utilizan diseños experimentales rigurosos en los que existe un grupo de niños asignados de forma aleatoria que recibe instrucción musical y otro grupo de control que no la recibe, los resultados son diferentes. Y aunque pueda parecer sorprendente, han habido muy pocos experimentos de este tipo y con resultados poco esclarecedores sobre los beneficios cognitivos que reporta la actividad musical per se.
El grupo de investigación de Elisabeth Spelke ha analizado estas cuestiones en una investigación muy reciente (Mehr et al., 2013). En uno de los experimentos se asignaron de forma aleatoria 29 niños de cuatro años de edad a clases de música o de artes plásticas de 45 minutos durante seis semanas.
Después de ese período de tiempo se realizaron una serie de pruebas de CI y no se encontraron diferencias en las que medían la competencia lingüística y matemática de los niños de ambos grupos, salvo una diferencia muy pequeña en las pruebas espaciales. Como réplica al anterior experimento, los investigadores diseñaron otro similar en el que ahora participaron 45 niños que fueron asignados al grupo experimental que recibía las clases de música o a un grupo de control que no recibía ningún tipo de instrucción. Y en este caso no hubo prácticamente diferencias entre los dos grupos:
 ¿Quiere decir esto que la instrucción musical no produce beneficios cognitivos? Evidentemente no. Por una parte hacen falta más estudios que complementen esta investigación ya que este estudio no medía la inteligencia general de los niños, sino que estaba limitado medir cambios en el área de las matemáticas.
Lo cierto es que, como manifiesta la propia Elizabeth Spelke, el debate sobre la importancia de la educación musical en particular, o la artística en general, no debería centrarse en los beneficios cuantificables (como puede ser la mejora matemática que se pone en duda en el estudio comentado) sino en los beneficios inherentes al arte como son los relacionados con cuestiones emocionales o sociales. Y esos no requieren ninguna demostración empírica.

Llegado a este punto y haciendo un poco de historia ¿cómo se originó el mito de Mozart y la inteligencia?
En 1993 apareció en la revista Nature un artículo en el que se informaba sobre una mejora temporal en el razonamiento espacial en adultos al escuchar durante 10-15 minutos a Mozart (Rauscher et al., 1993). Este hallazgo fue totalmente distorsionado por los medios de comunicación  haciendo creer que la exposición temprana de los niños a la música clásica mejoraría su cociente intelectual.  Lo cierto es que no se ha podido comprobar empíricamente y el llamado “efecto Mozart” hay que considerarlo un mito.


Artes plásticas
El cerebro humano ha desarrollado una extraordinaria capacidad para crear imágenes mentales internas e incluso, se ha demostrado mediante diferentes  técnicas de diagnóstico que se activan las mismas regiones cerebrales al ver una escena real que al imaginarla (Thompson et al., 2009). Esto es muy interesante, porque la visualización es una herramienta potente en los procesos de memorización.
¿Qué puede aportar al respecto una clase de artes plásticas?
Si preguntáramos a los alumnos qué aprendieron en las clases de artes plásticas (pintura y escultura) seguramente la mayoría respondería que aprendieron a dibujar, a pintar o a representar algún gráfico.
Es lógico que en las clases de arte se aprendan las técnicas artísticas correspondientes, sin embargo, se pueden aprender muchas más cosas. Winner y sus colaboradores (2006) han identificado ocho aspectos cognitivos que los alumnos pueden desarrollar en las clases de artes plásticas y que pueden transferirse a otros dominios del aprendizaje:
·         Manejo de herramientas y materiales: los alumnos aprenden las técnicas propias de la disciplina utilizando por ejemplo, pinceles y lápices a partir del manejo de materiales como pintura o arcilla.
·         Participación y perseverancia: los alumnos aprenden a comprometerse con la materia a través de los proyectos realizados.
·         Imaginación: los alumnos aprenden a visualizar e imaginar situaciones que se alejan de la mera observación.
·         Expresión: los alumnos aprenden a transmitir una visión personal en sus trabajos.
·         Observación: los alumnos aprenden a utilizar una mirada propia y a percibir detalles menos obvios.
·         Reflexión: los alumnos aprenden a explicar, justificar y evaluar lo que realizan con un espíritu crítico.
·         Exploración: los alumnos aprenden a ir más allá de sus creaciones, asumir  riesgos y a aprender de sus errores.
·         Comprensión del mundo artístico: los alumnos aprenden a relacionarse con el arte y a entender todo lo asociado a él como galerías, museos, etc.

Artes escénicas
De forma incomprensible, las actividades escolares que implican movimiento, sean artísticas como cualquier estilo de baile o el teatro, o deportivas como en el caso de la Educación Física, vienen siendo objeto de reducción como parte de la enseñanza elemental.
Sin embargo, las investigaciones en neurociencia están demostrando su importancia a todos los niveles, incluido el cognitivo.
Por ejemplo, la danza es una estupenda forma de desarrollar tres aspectos del pensamiento creativo: la fluidez, la originalidad y la capacidad de abstracción (Bradley, 2002). Por otra parte, hoy sabemos que los mismos circuitos neurales que se activan al realizar una acción también lo hacen al observar a otra persona haciéndola. Estas neuronas espejo posibilitan la imitación, una poderosa forma de aprendizaje.

¿Vale la pena entonces inscribir a los niños en clases de teatro?
Una investigación de Catterall (2002) que analizó los estudios realizados sobre los efectos del teatro en entornos escolares identificó muchos beneficios, algunos de ellos relacionados directamente con las materias curriculares y otros, que son los más importantes,  con el desarrollo integral de la propia persona. Los más representativos son los siguientes:
·         Convierte los conceptos abstractos en conceptos concretos.
·         Aborda los contenidos curriculares desde una perspectiva más atractiva.
·         Mejorar el vocabulario.
·         Aumenta el aprendizaje del mundo real.
·         Permite reflexionar a los alumnos sobre lo que hacen y comparar sus opiniones con las de los demás.
·         Fomenta la tolerancia y el respeto por otros.
·         Mejora del autocontrol y autoestima.
·         Suministra un sentimiento de libertad acompañado de responsabilidad.


Ejemplos de actividades prácticas
Veamos algunos ejemplos concretos de enseñanza artística en clase: (más información en Sousa, 2011)
·         Artes plásticas. El profesor de Química pide a sus alumnos que dibujen un organizador gráfico en el que se muestren las fases más importantes de un experimento.
·         Música. El profesor de Historia pide a sus alumnos que reflejen en la letra de una melodía popular los hechos más significativos de la Revolución Francesa.
·         Poesía. El profesor de Matemáticas pide a sus alumnos que escriban una estrofa de un poema sobre los pasos que hay que seguir al resolver una ecuación matemática.
·         Teatro. El profesor de inglés pide a sus alumnos que escriban un final alternativo de la obra Romeo y Julieta y que hagan una recreación teatral del mismo.
Y podemos seguir todo lo que nuestra imaginación nos permita. Podemos encontrar ejemplos en cualquier asignatura y en cualquier etapa educativa.
El aprendizaje basado en proyectos grupales se presenta como muy buena opción sobre los enfoques tradicionales porque fomenta el trabajo cooperativo, la reflexión o la autoevaluación, generando además una mayor motivación intrínseca en el alumno.

Conclusiones
No se puede negar que las manifestaciones artísticas espontáneas no solo forman parte del desarrollo humano desde la infancia sino que además retroalimentan la autoestima necesaria para el aprendizaje.
Esto se debe a que la práctica de cualquiera de las manifestaciones artísticas se encuentra asociada con algún componente emocional que nos motiva y que nos permite contemplar el mundo desde una perspectiva diferente, más estética, más profunda.
El cerebro humano, en tanto órgano complejo en continua reestructuración, agradece los retos y necesita del Arte.

La educación artística resulta entonces imprescindible porque permite a los alumnos adquirir toda una serie de competencias socioemocionales básicas para su desarrollo personal y por añadidura,  los hace más felices.
Porque la verdadera educación, es aquella que consiga prepararlos para la Vida en todos sus rasgos.

Referencias bibliográficas:
Bradley K. (2002): “Informing and reforming dance education research”. En Deasy R. (Ed.), Critical links: learning in the arts and student academic and social development. Arts Education Partnership.
Catterall J. (2002): “Research on drama and theater in education”. En Deasy R. (Ed.),Critical links: learning in the arts and student academic and social development. Arts Education Partnership.
Eisner, Eliot W. (2004). El arte y la creación de la mente: El papel de las artes visuales en la transformación de la conciencia. Paidós.
Hardiman, Mariale (2012). The brain-targeted teaching model for 21 st-century schools. Corwin.
Hardiman et al. (2014): “The effects of arts integration on long-term retention of academic content”. Mind, Brain and Education, 8(3).
Mehr et al. (2013): “Two randomized trials provide no consistent evidence for nonmusical cognitive benefits of brief preschool music enrichment”. PLoS ONE 8(12).
Mora, Francisco (2013). Neuroeducación: sólo se puede aprender aquello que se ama.Alianza Editorial.
Posner et al. (2008): “How arts training influences cognition”, en Learning, arts and the brain: the Dana Consortium on arts and cognition, Danna Press.
Rabkin N. y Redmond R. (2004). Putting the arts in the picture: reforming education in the 21st century. Columbia College.
Rauscher et al. (1993): “Music and spatial task performance”. Nature, Oct. 14.
Sousa, David A. (2011). How the brain learns. Corwin.
Thomson et al. (2009): “Two forms of spatial imagery: neuroimaging evidence”. Psychological Science, 20.
Winner et al. (2006): “Studio thinking: how visual arts teaching can promote disciplined habits of mind”. En Locher P. et al. (Eds), New directions in Aesthetics, Creativity, and the Arts. Baywood.
Wright R. (2006): “Effect of a structured performing arts program on the psychosocial functioning of low-income youth: findings from a Canadian longitudinal study.”. Journal of Early Adolescence, 26.


Datos iniciales recuperados del sitio  https://escuelaconcerebro.wordpress.com/



[i] En mi blog pueden encontrar artículos que fueron presentados en diferentes jornadas académicas y donde desde hace años me remito a las elaboraciones poco conocidas de Vigostky respecto al Arte como insustituible herramienta cognitiva. Para más datos ingresar en el sitio http://vivinasalvettihoy.blogspot.com.ar/2015/01/etica-y-genetica-de-los-afectos-apuntes.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario